Cerró un año que marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea.
Los primeros dos meses – marzo y abril – tuvieron un efecto inmediato de fortalecimiento de la imagen de los presidentes que, a la luz de los datos disponibles, no se ha sostenido en el tiempo.
Las encuestas favorecen inicialmente a los gobiernos que asumieron posturas más activas en términos de medidas de prevención. En algunos casos eso contribuyó, a su vez, a mitigar en forma temporal las tensiones con la oposición local. Lo contrario ocurrió en países como México o Brasil que, comparativamente, optaron por políticas mucho más laxas.
Sin embargo, con el paso de los meses el costo de las medidas de restricción ha profundizado el padecimiento de las sociedades y las economías, y en consecuencia, deteriorado las expectativas de la ciudadanía. Con esto, el nivel de aprobación de los presidentes ha vuelto a aproximarse gradualmente al que tenían antes de la irrupción de la pandemia.
Esa tendencia supone, en parte, que la agenda política vuelve a registrar la reactivación de debates y conflictos que no están directamente relacionados con la coyuntura sanitaria-económica-social marcada por la pandemia, aunque en algunos casos se han visto potenciados por esta.
El último bimestre del año cierra con un crecimiento exponencial del número de casos de COVID-19 en casi todos los países de la región, incluyendo a Uruguay. Esta situación pone a los gobiernos ante la compleja decisión de rehabilitar las medidas de restricción mientras negocian la compra de vacunas.
En ocho países, estas decisiones convivirán además con procesos electorales. A lo largo de 2021, Chile, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Perú elegirán a un nuevo presidente o presidenta, mientras que en Argentina, Chile, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y Perú se renovarán total o parcialmente los poderes legislativos.