Después de 65 años, en Santa Fe cerró la única fábrica de asientos de bicicletas del país
Luego de tres generaciones, «El Miguelito», la única fábrica de asientos de bicicletas del país, cerró sus puertas en Carrizales, Santa Fe.
Un capítulo lleno de historia y tradición se cerró esta semana en la localidad de Santa Fe de Carrizales, con el doloroso adiós a “El Miguelito”, la única fábrica de asientos de bicicletas del país.
“El Miguelito”: la fábrica de Carrizales, Santa Fe, que era única en su tipo
Rogelio Bella, dueño de “El Miguelito”, aun con la voz entrecortada por la emoción, relató los difíciles momentos que lo llevaron a tomar la desgarradora decisión. “Es una impotencia terrible abrir este galpón y ver que ya no es una fábrica. Fábrica era cuando había gente trabajando, desarrollando un producto”, expresó con profunda angustia en diálogo con C5N.
Más que un negocio, “El Miguelito” representaba un legado familiar que comenzó en 1968 con el sueño del abuelo de Rogelio, y que luego pasó a manos de su padre. Para Rogelio, no solo se trataba de producir asientos de bicicleta, sino de generar oportunidades para su comunidad: “Éramos una gran familia de laburo, siempre se pensó así la empresa, como una generadora de primeras oportunidades para pibes del pueblo”.
Lamentablemente, las condiciones económicas no permitieron que la empresa siguiera adelante. “Sostener una industria en un pueblo como este, sin gas natural, solo puede llevarse adelante con pasión”, describió Rogelio. A pesar de su entrega y la de sus trabajadores, “El Miguelito” no pudo resistir los embates de un mercado cada vez más competitivo y las dificultades para acceder a servicios básicos como el gas natural.
Con la impotencia de quien ve cómo se desmorona un sueño, Rogelio cuestionó la idea de que “el mercado ordena la economía”, especialmente en localidades como Carrizales, provincia de Santa Fe, donde las oportunidades son escasas: “Que me digan cómo el mercado va a venir a solucionar a un pueblo de 1200 habitantes, del centro santafesino, la posibilidad de que la gente vuelva a tener una fuente laboral”.
El cierre de “El Miguelito” deja un vacío profundo no solo en la economía local, sino también en la vida de las 12 familias que dependían de la fábrica. “Escuchar a esta gente me estruja el corazón”, comentó Rogelio, recordando que entre sus empleados había personas con más de 30 años de antigüedad. “Cuando hablé con los empleados, le tuve que decir a mi padrino que lo dejaba sin trabajo”, relató con pesar.
La situación se vuelve aún más difícil para Rogelio al tener que enfrentar la mirada de sus hijas: “Tengo dos pibas de 11 y 14 años. Me cuesta mirarlas a los ojos y poder explicarles la situación por la que estamos pasando. Me destruye eso”.
El adiós a “El Miguelito” marca el fin de una era en Carrizales, dejando un legado de trabajo, pasión y compromiso. La historia de Rogelio y su familia es un llamado a la reflexión sobre la importancia de apoyar a las pequeñas empresas y a las comunidades rurales, para evitar que la llama del desarrollo local se apague para siempre.
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Colegas de Aire Digital-
