No pueden juzgarse los valores de otra persona a no ser que se conviva con ella, o se trabaje con ella, se la conozca profundamente. Todo valor que se observe en una persona o un grupo de personas a los cuales solo se los conoce de relaciones esporádicas, debe ser tratado cuidadosamente ¿Que lo impide? Una regla básica, “El Respeto”. Existen dos respetos básicos, el auto-respeto, y el que debo a los demás. El impacto de nuestras acciones en los demás, es de imperioso cuidado para la convivencia.
No estar de acuerdo en algunas premisas, exige diálogo, paciencia, abordar desde lo constructivo, “negociar sin autoritarismo alguno, seguro de argumentaciones propias”, sobre todo cuando están en juego situaciones de las que dependen mucha gente. Esa responsabilidad no debería ser ni mayor ni menor, solo la que un país demanda, es solo respeto propio y hacia los demás. Hasta se puede ser adversario, lo que no se abandona aun siéndolo, es el respeto. La dignidad, viene por el respeto. Y si se el tema alcanza estatura Institucional, el cuidado debe ser absoluto.
Esto es precisamente lo que no está sucediendo en Argentina. Quien gobierna, se observa seguro de sus pasos, con medidas económicas esperadas al bajar costos corruptos de etapas anteriores, pese al gran costo humano y colateral, aunque también se lo observa desconcentrado de lo vital cuando recurre desbordadamente a proclamas con insultos y comparaciones disparatadas de una manera casi adolescente, sobre todo en Twitter o X. No se gobierna mediante redes, sino de una manera personal, fortalecida en lo vincular y en la construcción de relaciones y espacios. Lo vincular acerca otras voluntades necesarias en esta etapa. Imponer no es bueno, convencer es la prioridad necesaria.
Ser el enemigo de todos, no me hace dueño de la verdad. No es el camino de los logros, sobre todo en política. Aceptar una crítica, debe fortalecer, no herir. Si no, el país tiene un problema mayor. Un ejemplo sencillo; “Es tan peligroso un periodista ensobrado que opera, como un periodista complaciente que vive chupando las medias sin vergüenza alguna, o sea, sin respeto propio”. A los ojos de la gente, el segundo es más evidente e igual de nauseabundo.
La negación permanente ante una sugerencia o una observación bien intencionada, en política y para todo Ejecutivo trae mayores negaciones, es un efecto multiplicador lo mismo que la violencia verbal, que transfiere mayor violencia, y se desvía hacia los peores rumbos.
Presenciamos pasos en falso. Ser razonable hoy, es el criterio necesario para avanzar pensando en el país. Crear más conflictos que los existentes es vano, insustancial, atravesarlos por el centro con la idea de resolverlos es aplicar todo el respeto propio. Organizar los mejores equipos de trabajo, también es básico. Pretender avanzar para que cada ciudadano pague mañana lo inconcluso, no es de buenos gobiernos. Ningún gobernador esta exento de esto tampoco.
La emergencia exige un mayor control, coherencia, equilibrar egos, lograr respeto propio, y mucha anticipación en cada negociación. Templanza.