Nos apuramos, viajamos, para no perder la última función, realmente nos resultó imposible antes.
¿Está fresco, no?, el Unipersonal de Hugo Bab Quintela en el KORINTHIO TEATRO.
Estuvimos.
Bab en su unipersonal, construye un personaje que te mete en los laberintos de un hombre mayor, viviendo o queriendo vivir con sus casi 80 años en un lugar que nunca imaginó, que no quiere, pero al que se ha acostumbrado a fuerza de saber que es todo cuanto le queda.
La vida, en algún momento puede ser o, es soledad.
Aun así, el personaje guardará celosamente algo simple, que lo llevará a la libertad ¿A cuál? Solo el final permite percibirlo.
Ingresas al mundo de ese personaje de un modo dócil, aunque lo resistas.
Por allí pasarán los fracasos y frustraciones de su padre en sus intentos de ascenso social, una madre exigente y casi superficial, él, y su trabajo propio de hombre socialmente obediente a aquella empresa única, perpetua, su inolvidable compañera de escritorios, también su esposa y en ella, esa ausencia de dolor de viudez desde hace 15 años, aunque son otros los dolores de esa idéntica viudez, los que lo hieren silenciosamente, el dolor no es todo ella, tal vez el dolor se mete en lo que ella no ha sido.
Sus tres hijos, y momentos que intentará rescatar de cada uno de ellos, al mismo tiempo que olvidar, con una resignación forzada, con una felicidad inevitablemente construida y creada para sí, casi como la sobrevivencia, con una determinación y una actitud frívola, con broncas momentáneas, con olvidos de edad, con un realismo brutal y lacerante, con sonrisas fabricadas que son reflejos, resabios de un querer haber sido.
Si duele la vida, que no se note tanto.
Hay una aspereza en lo vivencial que jamás podrá lamentar mientras rescata la dura esperanza pese a todo, de estar vivo y seguir, seguir con alguien que amó y hace años no ve, hacia algún lugar, o hacia cualquier parte. Aunque sean minutos.
El escape es la esperanza, es eso antes que la resignación o la entrega. No podrá, no querrá morir ahí. Se irá de allí intentándolo una vez más.
Las desilusiones podrían así cobrar vida convirtiéndose en lo necesario para amar. Quien sabe, cómo saberlo.
Hugo Bab Quintela y su unipersonal te llevan, te traen, te aniquilan, te devuelven la vida. Te exigen replanteos.
Un personaje al que le está sucediendo lo que mañana fácilmente, puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros. El personaje no esquiva realidades y en paralelo, explica subliminalmente casi, como sumergido, qué hacer o qué no hacer, para evitarlo.
De vos depende…
Un Excelente, Bab Quintela.