Opinión; Educación, democracia, finitud.La 5 PATA-YAYO HOURMILOUGUE-

 

La Democracia es un órgano de mi cuerpo.

 

El único y más evidente órgano hermafrodita. Así se revela como legítima igualdad.

La Democracia es una parte vital de mí, aunque viva dentro y socialmente funcione afuera. Donde hembras y machos conviven. Le dan forma. Me obliga a desandar ideas;

 

Difícil que el golpe que doy a un hijo, más adelante él no lo aplique a su propio hijo.

Imposible que si avergüenzo a una hija, ella no se desquite descargándolo en otros, aunque se trate de gente que ame.

Imposible que un animal herido que sobrevive, no le tema al hombre que le disparó, viéndolo en cada hombre, y que desde entonces, huya o ataque. O que no tiemble ante el estampido de un disparo.

 

En Argentina, padres incompletos, golpean a docentes impotentes.

 

En Chile, el gobierno pretende una educación paleozoica con un discurso moderno de tanques y carabineros. Todavía se llaman carabineros. Atropellan el futuro de ciento cincuenta mil estudiantes movilizados en un derecho genético ganado mucho antes que Piñera, quien pretende ahora educar echando mano a la ignorancia. No hay en Chile educación pública gratuita. Pero la habrá.

 

No se vive sembrando frustraciones propias. Ni se crece con rencor propio culpando al ajeno. La Democracia es infinitud, demora, madurez, retroceso, justicia e injusticia al mismo tiempo, pero contraria a cada uno de nosotros, si agoniza, revive.

 

Es más que nuestra voluntad, es la voluntad de una totalidad, aunque no la percibamos como propia. Humanamente, nos habituamos a no valorar lo que tenemos hasta el momento de la pérdida.

 

Y a propósito de esto, debemos analizar “la muerte digna”, aunque no nos atrevamos a llamarla Eutanasia; La palabra deriva del griego: ευ eu (‘bueno’) y θάνατος thanatos (‘muerte’).  Es decir, la buena muerte.

 

A mi juicio, un derecho individual y propio. Y cuando estoy ausente de él, lo deben heredar y decidir mis seres más sanguíneos, o emocionalmente cercanos.  Un derecho que cada institución debe respetar en el dolor del otro, es decir en el dolor que no le es tal. Las instituciones no padecen dolores. Lo humano lo padece, lo procesa en cada cuerpo.

 

El nacimiento nos iguala, la vida nos dispersa y confunde erráticamente, la muerte vuelve a igualarnos.

Y es decisión de quien ama, y no de un desconocido, si esa muerte será o no digna.

 El buen morir, es amor. Como lo mas hermafrodito de la Democracia.

 

Ante lo irreversible y el sufrimiento, negar el derecho eutanásico, es negar en cada uno, lo que en definitiva vivimos proclamando ser.

 

Es negar en el hermafrodismo democrático, los dos amores, el vital y el mortal. No hacerlo es como si nos vengáramos de quienes somos, con quien ya no puede defenderse.

 

YAYO HOURMILOUGUE.

La 5 PATA

Compartí el contenido:

Autor entrada: Editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.