Opinión: Pascuas. (Publicado originalmente el 21 de abril a las 23:20HS)

Imagino que fue el domingo pasado cuando un hombre ingresa por una de las puertas altas y pesadas a Jerusalén, hace parte de los miles de años que tenemos, ante el asombro de fariseos que hubo entonces, y que hay ahora. Y de saduceos, zelotes y esenios.

Que hasta anoche miércoles, sacudió el poder de un imperio romano, donde sus religiosos y el Perfecto en Judea Poncio Pilato no desconocían desde la época de Herodes que no podían permitirse otro rey carnal pobre hablando de un rey divino. Menos aun el Emperador Tiberio César, el mismo que el hombre que entró a Jerusalén había visto en una moneda cuando dijo “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”

Imposible tolerar palabras que provenían de alguien casi morocho llegando a sus cuarenta años.

Hoy jueves crucificaran como lo hacen desde hace setenta años, no será el primero, no será el último para los romanos.

Es el tres de abril del 33, el dato, no revela lo más importante, aunque lo más probable sea considerar el día siete de abril del año 30.

Imagino que ayer miércoles fue finalmente condenado, que hoy jueves ya debilitado, herido y azotado arrastrará el travesaño de su propia cruz de madera de olivo  de cincuenta kilos contra los ictus disimulados hasta entonces y escondidos entre ropas sudadas, y contra los atributos de las cruces de ocho brazos. La cruz que inventaron los persas y usaron los romanos es tortura y castigo a la desobediencia de las verdades únicas.

Imagino un jueves y no un viernes de crucifixión mientras se acercaba al poste sobre el monte.

Imagino la agonía y la muerte de varias horas. La mano de un guardia embebiendo una tela en el líquido de raíz de sauce blanco y ulmaria, para atenuar el dolor de aquél extraño apoyándolo en su boca desde abajo.

Imagino el peso del cuerpo vencido por la gravedad, desgarrándose, entre clavos y sogas, y la imagen solitaria sobre el Gólgota. Es primavera de un día del mes de Nisán con luna llena en Pascua Judía y ya comienza la madrugada de mañana viernes.

Imagino las causas de aquella muerte diferente, aunque la muerte universal sea unívoca para todos. Los que creen y los que viven de los que creen. Imagino mañana viernes un día nublado cualquiera y un cuerpo laxo, arrastrado hacia la oscuridad de una cueva y manos de mujeres limpiándolo con esencias. Siempre hay manos y amor de mujer.

Imagino el próximo sábado y no el domingo no importando la hora, y el asombro de alguien que corre gritando la desaparición luego de jurar haberlo visto de pié en las cercanías de roca. Confirmaran verlo después por el camino de Emaús y Jerusalén el domingo de mañana.

Ya no imagino. Ahora sé que nadie pasaría hoy por lo mismo, por defender aquello en lo que dice creer.

Entonces solo por respeto propio, me llamo a silencio y comienzo a revivir esa paz interior que tanto necesito. Busco al hombre, para encontrarlo.

YAYO HOURMILOUGUE.

LA 5PATA.

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Autor entrada: Editor

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