1976-2011

¿Has visto alguna vez de cerca los ojos de un anciano que duerme en las calles cuando recién despierta? ¿O la mirada de una madre a días de perder su hijo? Nunca recuperarán la luminosidad. Los ojos ciegos, son los únicos que no cambian. Hace horas, en Tucumán el represor Menéndez acumuló su sexta perpetua.

Hace horas, Sandra, paraguaya, tras el cautiverio, escapó y muchos días después recuperó a su hija de cuatro meses. Venía a Argentina a trabajar. Es un caso, en cientos de casos. En Corrientes, jóvenes que quieren ser policías fueron ultrajados y castigados, mientras la superioridad pisaba sus lomos desnudos. Al menos uno de ellos aguardará su oportunidad de años para pisar otro inocente lomo desnudo. Cinco oficiales esperan la respuesta de la justicia por golpear a otro joven en el conflicto del Indoamericano.

Desde 1976 hemos podido socorrer el desconsuelo y las pérdidas de muchos, con la necesidad de las mayorías humanas que interpretan el dolor propio y el del otro, contra la insensibilidad y el desinterés de algunas minorías. Pero son minorías desclasadas y desparramadas por cualquier parte, enfermando el cuerpo del resto.

Hay algo peor que un perro callejero recién pateado, húmedo y asustado; El mal que existe en cada resentido social. El peor mal cuando logra un cargo mínimo. Su resentimiento multiplica esa dosis insignificante de autoridad, porque para ese resentido adquiere un valor desproporcionado que no está preparado para conducir. Se ve en el orden natural, se ve en cada trabajo, se ve en viejos, y en jóvenes. Pero estas absolutistas minorías resentidas, dispersan el país que muchos intentamos.

¿Has visto alguna vez llover desde abajo hacia arriba? Lo antinatural, lo anti físico, funciona solo en algunos hombres. Lo peor surge de lo inexplicable; cuando llegan a algún cargo. Hemos demorado, y estamos demorando mucho, pese a los avances, de la dictadura hasta aquí. Y se quiere ser dueño, sin pasar por el esfuerzo, lo que contradice aquello por lo que lucharon los históricos.

Quien excede su rol sin importarle el mansillamiento y el dolor del otro, es insensible ante el chico descalzo, el vaso de leche, la trata de adolescentes o la explotación infantil. Desde el 76 hasta aquí, algunos represores culturales y sociales andan sueltos, ignorantes de sí, sin saberlo, en cada calle, en cada escuela, en cada Ministerio, en cada Concejo, en cualquier Empresa, en cada Medio, mezclados entre nosotros. No saben que son lo que son, hasta que algo los desata.

Los ojos ciegos son los únicos que no cambian esa luminosidad. Peores son los ciegos que ven y no quieren ver. La frustración propia resiente los propósitos, y el mal en ellos es espontáneo.

Cuando faltan Libros, lo que abunda es la Soberbia.

La 5 PATA.

YAYO  HOURMILOUGUE.

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Autor entrada: Editor

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