María Elena.(actualizado por solicitudes hoy 12 de enero a las 13 hs)

Se extravía el histrionismo. Pierde huella.

Busca su juego propio, confundido,

no encuentra el equilibrio en las pisadas.

La parodia es un gato que nos recuerda

un perro que adora maullar.

Un perro bufón. Una casa que pide correr.

Un árbol que quiere agacharse.

O un juego, en el que el interés termina en abrazo,

reparando el calzado gastado de los que no saben

lo que cada poder

/es instruido en mantener.

En Ella vive algo de lo que todos borramos creciendo;

Niños desertados en Las Palabras de todos.

En la memoria abstraída de muchos.

Esquivados por corazones adultos.

Allí agonizan niños que no serán hombres,

porque los hombres no han querido ser niños.

Se extravía cada crío entre cuello y cintura

/de adulto sabio.

En Ella la verdad rebalsa a la pedagogía.

Es cuando deambula la lucidez. Culturalmente real

/vaga entre acordes y frases.

El compromiso cubre la negación. Venga lo mágico.

Está de paseo,

/Ella.

Amamos u olvidamos al niño

que vamos silenciando en cada quien,

hasta quitarle el aire y la luz.

El hombre va matando al niño

que lucha. El hombre no lo sabe.

Hiere lo que podrá preservarlo.

Como una estampida de búfalos al encuentro

/de un abrazo.

Muere el hombre, menos mal, mortalmente

es morido para que el niño que deja lo sobreviva

/en escondites propios y ajenos.

Intacta y resistida de a ratos,

amó como viviendo otras estaciones de redondeces

/renacidas.

Irá lo suyo a anidar sobre pesadillas y sueños.

Las puso a vivir para recordar quienes eramos,

/allí alto,

donde las aves empollan sus crías

espantadas de humanos que disparan al follaje.

Adultos que cazan para no comer.

Con orgullo matan. Con cobardía mueren.

/Muriendo imploran.

Extrañaremos esa pasión de libro viejo.

Por unos días, la fogosidad del aliento

malgastará su calor de creatividad más íntima.

Habrá una dimensión que no palparemos.

Seremos la cigarra que negamos ser,

A muchos grandes recuerdos

los mata un solo olvido de chiquillo sofocado.

El niño interior es como un perro que muere

/de tristeza,

buscando  su amo, cuando ya renuncia a las noches

/de intemperie.

Cuando la búsqueda cesa, y aúlla una ausencia  irreparable.

Hay una soledad incalculable que retorna al útero.

Somos La Quinta Pata.

YAYO HOURMILOUGUE.

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Autor entrada: Editor

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