El normal desgaste.

Mañana marchamos por esto, pasado por lo otro. Hace años una marcha descolocaba al poder político, hoy, descoloca a la ciudadanía.

Antes un sindicato paralizaba un país para que un gobierno se viera resentido en su debilidad, hoy perjudica al que quiere cumplir con su trabajo y necesita de ese empleo y esa moneda. Un sindicato reivindicaba un trabajador, ahora, más de un negociado.

Hace años, quien no trabajaba era porque no quería ¿Recuerdan? La frase parecía gorilismo puro.

Después de Menem, trabajaba el que sobrevivía. O quedaban con grandes vueltos para invertir en sí mismos quienes habían estado al lado del presidente.

En la actualidad, y aunque falte mucho por resolver, quien no trabaja, exige aquello que nunca ganó.

No está mal. Cada etapa se adecua a cada enseñanza. Si persiste la ausencia de esa enseñanza colectiva cada aprendizaje se resuelve solo, y la voluntad indica la supervivencia a cualquier costo y por puro instinto, lo que incluye derribar los umbrales del otro. Pero lo más curioso es que no lo hacen los pobres, sino los intermediarios y los ignorantes. Dos extremos que se unen.

Algunos Gobiernos pecan por no atender lo social (lo que es grave), otros, pecan por exagerarlo mediante una comprensión que termina en los excesos sociales (ya sea porque creen en lo que hacen como autoridad, o porque intencionalmente están orientados a otras búsquedas de permanencia conducentes a lo masivo).

En medio, vemos quienes no teniendo una representación política ganada en las urnas, (son a-sistémicos), insisten con una revolución en la que solo ellos creen. No son revolucionarios, son frustrados sociales. Y de ciertas frustraciones sociales nacen diversos grados de oportunismo. Son grupos menores que habitan un caos que solo puede tener un nombre; El Lumpenaje Global.

 Saben que lo que hacen no generará cambios, pero irritará a quienes más odian. A quienes tienen más que ellos. No es militancia, es una hernia social, una prolongación sin funcionalidad, salvo el malestar.

Vamos perdiendo el equilibrio. Es tan lumpen un sindicalista corrupto, como un “culata matón” que prestan del barrabravismo de un club, como aquel soñador troskysta que nunca leyó a Trosky, pero que mataría por él. Entre ellos se ven diferentes y enemigos, solo se alían ante la conveniencia. Pero son iguales o representan “lo Parecido” para el común de cada Ciudadano.

Hace años, un cruce político entre Líderes o Ministros, era discutido en bares y almacenes, y en cada aula, tenía contenido lo que se escuchaba entre caudillos. Y se creía que un pobre podía tener una vida mejor si se esforzaba y si “la patronal” no lo explotaba mas allá de lo que se le permitía. Recordemos la explotación  de La Forestal norteña, o la Patagonia trágica.

Hoy las cosas son diferentes, y ha quedado lo más deslucido de las luchas sociales, salvando poquísimas excepciones.

Un síntoma similar se ve en los Gobiernos, con lo cual, cada Funcionario adquiere un desgaste más veloz, parecido a cada sindicalista, cuando repite lo mismo agotadoramente para que poco o nada cambie, hasta que llegan las contradicciones. La repetición y la Contradicción, son cíclicas en ellos, absolutamente circulares. Sus tiempos se miden entre el agotamiento y los logros, en tanto el agotamiento llega siempre antes.

En lo material basta con rodearse de un círculo férreo al cual tener bien pago. Los sostiene el Poder de los Poderosos inmediatos, no sus consensos hacia abajo. Pero hay una diferencia final incomprensible, continúan trabajando sobre un deterioro propio, sin que se proceda a su reemplazo. Desgastados ellos y sus lealtades más férreas, siguen.

¿Es porque no se dan cuenta quienes deciden sobre ellos?

No, definitivamente no. Se trata de una táctica casi ancestral. Es porque de esta manera se desgasta mas rápidamente al opositor y al hombre que anda de a pie alejado de cada decisión. Lo vano gana la apuesta ya que la entidad o sustancia no aparece en la confrontación con el Funcionario, en su lugar se ubica lo infructuoso (En arquitectura “vano” es la parte del muro donde no hay apoyo para el techo). Las paritarias, han sido el salvavidas de más de un Secretario General, no por merito propio, sino por evolución social.

Vayamos al hombre que anda de a pie. Finalmente si ese hombre alejado puede consumir, no será un obstáculo. Hay que darle consumo.

Aclaro que en argentina, después de los 90, esta etapa no ha sido mala, sino necesaria, pero ya es momento de superarla por otras instancias.

Aquí chocamos con el bien más preciado del argentino medio, no es su ideología, sino su estomago y su comodidad cuando no ha tenido acceso al bien más caro; el conocimiento.

Prefiere el bienestar más superficial (la comida, la ropa, esa reparación a la vivienda, la moto o el auto, y sus vacaciones) antes que el conocimiento. Valora lo imprescindible antes que el desarrollo. Y no está mal. El desarrollo debería proseguir después de lo imprescindible y esto es lo que no ocurre.

La etapa lo des-provee de ambición, priorizará sus necesidades, ausentes durante años. Hay de esta manera, un conformismo colectivo innato que ningún gobierno podrá corregir de los 70 para aquí y que a su vez, retroalimenta a aquellos  Gobiernos que lo entienden de esta manera y lo facilitan o lo perpetúan. (En este punto no hablo solo de Argentina).

El desafío radica en lograr el equilibrio entre el abandono social y el exceso asistencial, procurando inculcar en el ser, una iniciativa de autoabastecimiento propia si reúne actitudes para lograrlo. Y si no, encontrar los caminos para exigírselo ¿Figura esto en la iniciativa de algún Gobernante mundial?

Hoy, y en nuestro país, un empleado técnico calificado (tras el cierre de las escuelas industriales), percibe en una quincena monetariamente casi lo mismo y a veces más que el director que viaja en avión y domina tres idiomas cerrando operaciones de importancia para la compañía; se conoce al fenómeno como “desplazamiento salarial”. Pero este fenómeno habita en aquellos casos en que las personas ambicionan “saber”. Y se esmeran en uno u otro caso. Sucede cuando por diferentes circuitos interiores antes se inculcó el saber y la verdadera pretensión de Ascenso social.

En el caos, en el desorden, resulta difícil ubicar así una pirámide social acorde a lo que somos. De existir, tendría irregularidades tan grandes en su silueta, que ocurriría lo que vemos, cualquiera subiría por cualquier parte pisando superficies que sobresalen (permítaseme la comparación simbólica), sin considerar sus propias limitaciones, lo que implica destruir la ley entre otras cosas.

Porque hay grandes sectores del país que producto de inmensas desinversiones sociales, no tienen incorporados los valores más inmediatos.

Varios sectores hoy descubren que lo que no se logra pidiendo, se obtiene exigiendo, o peleando y desafiando al sistema colectivo.

Esa solución implica medidas que no se ven todavía, y donde no es necesario reprimir. Debe aparecer la creatividad política, la que proporciona la lógica del sentido común, o mejor dicho, del buen sentido. Una de las razones del descontrol y la pobreza, es que entre los grandes políticos y los pobres, existen políticos que no lo son, pero que abajo y arriba son necesarios. No los necesita el resto de la ciudadanía. Allí, en esa franja intermedia, mora el peor Lumpenaje Global.

Un mundo Global que nos devora, mientras nuestros funcionarios pelean a través de las pantallas y los micrófonos, sin superar dificultades cotidianas y emergentes. Ya no hablamos de “clases”, sino de Mezcla y Diversidad. De trabajo y valor por una parte, y de exigencia desmedida y chantaje y extorsión por otra. El Pobre puede ser uno u otro, la pobreza extrema es el problema, el pobre es la víctima, lo rodea lo peor de cada especulación.

No se trata de xenofobia, en cuanto a que a cada país le sucede lo mismo o algo parecido (la gente emigra ante la fantasía de vivir mejor), se trata de Pobreza y Desigualdad en un planeta que marca cada vez mayores diferencias, mientras los números económicos descienden, o como en nuestro caso, crecen.

Estamos mejor en Argentina que en cualquier otro país de la región, solo que no lo sabemos. Podemos tomar los ejemplos de Uruguay o Chile, pero no varía allí lo que ocurre acá, a no ser por etapas cíclicas (salvo Brasil).

Cada político que elige ser tal, tiene los mismos problemas sin resolver. Los humanos mueren, los grupos crecen, la administración de recursos es insuficiente porque la corrupción que la misma política faculta lo permite.

Hace años, un Geronte era venerado. Hoy nuestros viejos se desmayan en las colas del banco, porque 3 delegados que representan a 50 tipos, creen que sus derechos son superiores.

El ascenso social, es validado de cualquier forma y a cualquier costo, aunque ello signifique eliminar lo más humano de la solidaridad. La primer piedra angular es visible, lo países gastan más de lo que producen, porque las personas hacen lo mismo.

En lo más íntimo, estamos todos en guerra, consigo mismo.

Las medidas para correcciones que duraran años corresponden a la labor de un Gobierno, cualquiera que se lo proponga. Los cambios son una emancipación de todos hacia la reparación de cada uno.

Nos ocurre en las calles, es como que vivimos con un ciudadano deformado dentro, y ya no toleramos a esos tipos que además de vivir de nosotros, nos desorganizan la vida a cada rato. No les importan tus pérdidas aunque ellos no ganen nada.

Se debe evitar pelear contra lo vano, hay que buscar la Ley, lo que tenemos y no usamos ¿Qué familiar de un anciano de la cola de un banco fue a radicar la denuncia en un juzgado o una fiscalía porque tres delegados decidieron no pagar?

El Poder está donde está porque no se queda quieto, mal o bien ¿Se mueve el argentino?

Respecto a esta etapa y cada conflicto, un buen Político, debe saber verlo antes que un buen Ciudadano. No es político solamente quien toma una medida en la crisis, sino quien se adelanta para no tener que tomarla en el peor momento. Estamos algo carentes de esto también.

Somos la Quinta Pata.

Lo que buscamos no existe. Tenemos que construirlo.

 

 

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Autor entrada: Editor

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