ELLAS.

Podría hablar de Política, o de Economía, ante tantos temas, y lo voy a hacer, aunque de otra manera. Se ha cumplido el Día Internacional de Lucha Contra la Violencia Hacia las Mujeres, o lo que otros países llaman Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Situación que nos llega desde el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe, en Bogotá allá por julio de 1981. La fecha no es menor, se trata del asesinato de las hermanas Mirabal; Minerva, Patria y María Teresa, militantes políticas muertas a palazos y machetazos en 1960, lo hizo la Policía Secreta del Dictador de la República Dominicana, Rafael Trujillo.

Lidia Mondelo, Presidenta del Consejo Nacional de las Mujeres (CNM), dijo en la Conferencia a la que estuve invitado, y lo agradezco, pero no pude asistir, que «la violencia de género salió del hogar y llegó a las plazas públicas». Huelga andar explayándose sobre una afirmación tan categórica que ya dice todo.

Agreguemos (no porque haya faltado), que la Mujer ha ganado un lugar independientemente de las batallas Públicas o concernientes a las orbitas de cualquier Estado que haya sido. Hubo Declaraciones, Reconocimientos, Proyectos, pero el lugar hoy es de Ellas por puro esfuerzo nomás. Y que al menos, la  Justicia y otros Institutos han tomado conciencia en años de un desarrollo humano que no puede negarse, ante el reconocimiento de hombres y de mujeres avanzando hacia una obligada igualdad. Y aseguremos que en 2011 y aunque se haya hecho demasiado, la violencia de género persiste. Y mientras menos educación haya, los números estadísticos (cuando existen), suben.

Las adolescentes raptadas por organizaciones para explotación sexual, la venta de niñas, la violencia familiar de todo tipo, los supuestos atributos femeninos de belleza más de una vez antepuestos al ascenso profesional y las consecuentes exigencias de favores. El maltrato psíquico. La explotación laboral doméstica. Las minorías parlamentarias femeninas en algunos lugares del mundo, son parte de esto. Hay hombres machistas, y la deformación ha dado para que haya mujeres machistas.

Pensemos que un hombre que golpea a una mujer, está golpeando más de lo que cree, está golpeando un útero aunque no lo sepa. Golpea lo que más odia, ya sea porque no lo enseñaron, o porque no quiso querer bien, o lo hace por una cultura desviada en origen, de puro machismo. Digamos que golpea cada nacimiento incluido el propio, o sea que anda tambaleando vivo, por ahí, desarraigado de todo lo que es y se le cruza, y ni siquiera se ha dado cuenta. Y si no es así, golpea a una compañera, porque ella tiene más ovarios, que él testículos, para bancarse la vida.

Y digamos en voz alta que maltratar, golpear, abusar, es un delito, donde convenientemente hay una cárcel, o un sumario si la jerarquía abusa. Para quienes golpean, claro, con las manos o la palabra, y andan tambaleando vivos por ahí sin darse cuenta entre otras cosas de donde vienen, y lo que es peor, a donde van.   

Somos la Quinta Pata.

YAYO HOURMILOUGUE.

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Autor entrada: Editor

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