No hubo en la década de los 90 un acompañamiento de la Justicia Federal acorde a lo que la gente esperaba por la corrupción política. Hubo investigaciones periodísticas que inundaron los medios y que quedaron en la nada, algunas serias, otras exageradas, unas y otras sepultadas bajo la inconsistencia de un sistema que hacía aguas por todas partes. Cuando uno busca el origen del descrédito político, encuentra rastros en la arena desde antes, cuando la violencia y la dictadura destruyeron las mallas sociales y vulneraron la representación;
-En los 80, el advenimiento democrático finalmente no educó lo suficiente, no dio de comer lo suficiente, y no curó lo suficiente. Resultaron irreconciliables además los esfuerzos entre Política, Empresas, y quienes añoraron en la inmediatez los efectos destructivos de los 70, queriendo regresar a lo peor, como el Carapintadismo. No hubo corrección social, sino el Riquísmo no hubiera gobernado San Miguel. Y este no es un detalle menor. Habla de quienes somos.
-Salvo los avances tecnológicos, los 90 fundaron La Corrupción Institucional, sobre todo en el segundo gobierno. Lo vergonzoso fue tolerado. Lo inaceptable, convencional.
-La Alianza llegó luego con la peor debilidad, la ausencia de un proyecto aplicable, con el agregado de intereses contradictorios entre sus mayores protagonistas. Los festejos superaron las expectativas, hasta que la confianza de la teoría quedó sepultada por realidades inmanejables. La Alianza estaba convencida de su rol histórico sin tener la menor idea de cómo ocuparlo.
-La seguidilla de cinco Presidentes impusieron los Personalismo Modernos antes que las necesidades globales de la sociedad leída en conjunto. Las intensiones pudieron ser las mejores, los resultados, los peores. En definitiva el peronismo existe porque nunca se hizo cargo.
A grandes trazos, en cada década ha faltado buena parte de la Decisión Judicial. Estamos huérfanos de nuestra finitud como sociedad porque la Política siempre atropelló. Carentes de nuestra conciencia de muerte social en cada etapa. No nos permitimos un cambio verdadero. Cometemos el error de hacer surgir lo que pretendemos nuevo, desde las entrañas de lo viejo, sin enterrar antes lo que no sirve, lo que daña. Sin Justicia, no hay Corrupción que muera. Cuando los Gobiernos, todos y cada uno, dejen de enfrentar a la Justicia con herramientas poderosas, y se sometan a cada tribunal empeñados en presentar su defensa así como a asumir su responsabilidad acerca de aquellos a los que protegen, vertical y horizontalmente, es probable que la confianza regrese a la gente. Nos falta la cultura del escarmiento pseudo institucional; La Justicia. No puede sobrevivir aquello en lo que no se cree, por tanto, la justicia debe sepultar lo peor de lo nuestro. Y la política, debe permitirlo.
Somos La Quinta Pata.
YAYO HOURMILOUGUE.