Nota de Opinión

Si seguimos los pasos de Foucault, la bisexualidad, la homosexualidad y la heterosexualidad no tienen una existencia objetiva. Se trata más bien de construcciones sociales. A esto se lo conoce como la teoría Queer. Como sea, las tres concepciones han existido desde épocas inmemoriales. Acaso hoy sean más igualitarias que en períodos pre modernos, donde la edad y las clases, pesaban. Sintetizando, se vivía una hipocresía, hoy una des inhibición. En la Antigua Grecia, la padeiastía, lo que en estos días conocemos como pederastia (pai, niño, joven, / erastes, erotismo), era habitual. Se trataba del Erastés, hombre mayor, protegiendo, amando y cuidando al Erómeno, o joven amado. Entre los soldados, el amor tenía una lectura que hoy no comprenderíamos; Del Batallón Sagrado de Tebas nos hablan muchas historias. Solo el amor entre la tropa podía provocar la energía combativa necesaria, ya que nadie dejaría que matasen a quien amaba. Plutarco escribiría después de la peor batalla; “Perezcan los que hayan podido pensar que entre semejantes hombres haya podido haber nada reprensible”.

He escuchado a mujeres y hombre en este debate actual en Argentina, que seguramente saben mucho más que uno. Cada opinión goza de mi respeto. Pero creo que se confunde lo supuestamente Natural Objetivo, con lo Social, y esto más allá de cualquier supuesta instancia política de la que me voy a alejar. En un niño los procesos madurativos no son casuales, el proceso madurativo empieza antes, en casa y en Jardín, luego en Preescolar, hasta que a los seis años ingresa a la Primaria capaz de armar diferentes tipos de estructuras aunque no puede abstraer por sí solo, y tiene que manipular para asociar y después adquirir conocimiento. Imaginemos por un momento que ese mismo niño, desde su nacimiento, internaliza en su hogar que “papá” es esa mujer que viste pollera y corpiño, y que “mamá” es quien viste pantalones y cada tanto usa saco y corbata. En la medida que crezca, mamá será ese hombre, y papá esa mujer; Los chicos aprenden “ROLES”. Lo único invariable será que en este caso “papá” quedará embarazado alguna vez. O sea, lo que no podemos suplir anatómica y biológicamente es la maternidad, no la crianza. La crianza es otra cosa y depende de Roles. Cualquier niño, será más infeliz con mal trato, y podrá integrarse y desarrollarse socialmente mejor, en tanto no le falta amor. Ese niño que vivió con una mujer a la que aprendió a llamar “papá”, y con un hombre al que reconoció como “mamá”, mañana abrirá la puerta y verá que en otras familias los roles son diferentes (como los que conocemos hoy), y aun así se adaptará, hará preguntas que no modificarán lo que “su mama y su papa” le dieron en casa en tanto esté integrado. Hay otro concepto; “todo lo que hago, pasa por mi cuerpo”, el tacto, la risa, la bronca, la mirada, el agua, esa mujer. Lo mismo ocurre con la felicidad de cada uno. El tema de saber cómo contagiarla, a veces escapa a los pruritos y a la ley. Después de todo, se trata de integrar a un Código, lo que de hecho sucede en los colchones. En este debate pareciera que no estamos pensando en “el otro y en su felicidad», si no en sí mismos.

“Es lo diferente, lo que nos hace parecidos”. Octavio Paz.

YAYO HOURMILOUGUE

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Autor entrada: Carla

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