Los analistas destacan que el gobierno apueste a desacelerar más la inflación, pero advierten sobre los desafíos asociados en un inestable escenario económico.
La sede del BCRA en Buenos Aires. Crédito: Reuters.
Miércoles 15.1.2025
22:27
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Actualizado al Jueves 16.1.2025 10:25hs
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció este martes una importante modificación en su política cambiaria: el ritmo de la devaluación mensual del peso -conocido como «crawling peg«- se reducirá del 2 al 1 por ciento. La medida comenzará a regir el 1 de febrero de 2025.
El BCRA informó la decisión minutos después de que se conociera que la inflación de diciembre marcó el 2,7%, cuando por tercer mes consecutivo, el índice se ubicó por debajo del 3%.
El presidente Javier Milei había adelantado la semana pasada que podría tomarse esta decisión si la inflación del último mes del 2024 marcaba 2,5% o menos. Dijo además que, de mantenerse la suba de precios en un 1,5% durante los próximos tres meses, la devaluación administrada sobre el peso se eliminará.
Por su parte, las autoridades monetarias plantearon que la decisión se tomó «en un contexto de recuperación de la actividad económica y aumento estacional de precios», donde «tanto la inflación de los últimos meses como las observaciones de alta frecuencia confirman una inflación observada a la baja». Y subrayaron que «el ajuste para el tipo de cambio continúa cumpliendo el rol de un ancla complementaria en las expectativas de inflación».
A través de esta modificación en el sendero de desplazamiento del tipo de cambio, el gobierno nacional tiene como objetivo anclar aún más las expectativas inflacionarias y seguir contribuyendo a la disminución de la inflación, que ha mostrado signos de desaceleración en los últimos meses. Sin embargo, los economistas se dividen en opiniones sobre los beneficios y los riesgos implícitos que trae aparejada la medida.
Apreciaciones divididas
La decisión de reducir el ritmo de devaluación de la moneda nacional generó una diversidad de opiniones entre los economistas, quienes analizan tanto los posibles beneficios como los riesgos asociados a esta estrategia.
Antonio Aracre, exasesor de Alberto Fernández y hoy cercano a las ideas libertarias de Milei, consideró declaraciones radiales que la medida era un paso necesario para seguir reduciendo la inflación, ya que «el crawling al 2% ya no anclaba las expectativas de inflación, sino que las elevaba». «Al bajarlo al 1%, vamos a empezar a tener seguramente, a más tardar en febrero o en marzo, una inflación que empiece en torno al 1%», afirmó Aracre, asegurando la efectividad de la medida como un ancla inflacionaria.
Sin embargo, otros economistas como Daniel Marx fue más cauto. Si bien reconoció que la reducción en la inflación es positiva, advirtió sobre los riesgos de una apreciación real del tipo de cambio, lo cual podría afectar la competitividad de las exportaciones.
«Veo positiva la reducción en la inflación. El tipo de cambio es un ingrediente importante en definir la inflación futura, también la brecha que está disminuida, y la desaceleración va a ayudar en ese sentido. Pero el gobierno está trabajando en otro frente importante para la argentina que es el comercial, y esto está coincidiendo con la apreciación real del tipo de cambio; es decir, que las cosas en argentina medidas en dólares son más caras que hace un año atrás», advirtió en diálogo con el periodista Claudio Zlotnik.
«Entiendo esto como una transición, pero me parece que tenemos que tener un sistema que le dé a la economía argentina más flexibilidad y no tanta rigidez cambiaria», subrayó el director ejecutivo de Quantum Finanzas, exdirector del BCRA durante la presidencia de Raúl Alfonsín y Jefe Negociador de la deuda externa argentina de 1989 a 1993.
Por otra parte, Marina Dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go, consideró que «la prioridad del gobierno sigue siendo bajar la inflación controlando los dos mercados: por un lado el oficial con el crawling peg, las tasas, la expectativa y la nominalidad; y por otro lado el financiero con el blend y la intervención que haga falta para controlar la brecha cambiaria a fin de seguir sosteniendo el carry trade que, cabe aclarar, está compuesto mayormente de actores locales».
Sin embargo, Dal Poggetto advirtió que la medida va «a contramano del fortalecimiento del dólar a nivel mundial cuando falta poco para el cambio en el gobierno americano con el arribo de Donald Trump, un dólar index sacando 110 y donde los datos de empleo de EE.UU. auguran que la baja de la tasa de la Reserva Federal de Estados Unidos no va a ser tan como se esperaba», dijo en diálogo también con Zlotnik.
Además, la economista ató la sostenibilidad del esquema a largo plazo dependerá de un eficaz manejo de las reservas del Banco Central. «Creo que se va un poco a contramano del mundo, pero con una clara prioridad en bajar la inflación para que la economía reactive», señaló, destacando que, en el corto plazo, la medida podría ser sostenible si el Banco Central logra mantener un flujo constante de dólares, como lo logró en 2024 de la mano del ingreso de divisas provenientes del blanqueo, que permitieron comprar reservas, recomponer el crédito privado y pagar deuda al Tesoro.
Por su parte, Guillermo Moreno, exsecretario de Comercio Interior durante el kirchnerismo, remarcó su escepticismo sobre la estrategia del gobierno libertario: «Lo que hicieron es que cuando vos tengas una inflación de 2,5% 3% 2,8% le estás dando 1,3 a 1,8 en dólares de ganancia a un plazo fijo, logrando un 13 en un mes y casi 20 puntos en un año. Esto es cuatro o cinco veces lo que se da a nivel internacional».
Moreno señaló además que la política es insostenible a mediano plazo. «Lo que están haciendo Milei y Caputo nunca lo vi. De la misma manera que cuando Macri devaluó y sacó las retenciones al mismo tiempo, algo que ni Martínez de Hoz lo hizo porque sino no se podría haber quedado los años que estuvo. Es por eso que este gobierno no tiene el acompañamiento de los economistas serios, lógicamente de ninguno del peronismo pero tampoco de los ortodoxos».
La decisión del BCRA divide las aguas de los analistas.
Dudas sobre la competitividad
El principal punto de preocupación entre los economistas es la apreciación del tipo de cambio real y su impacto en la competitividad de las exportaciones argentinas. Así lo marcaron tanto Fernando Marull como Fausto Spotorno, quienes coincidieron en que una menor devaluación podría resultar en una pérdida de competitividad si no se maneja adecuadamente.
Marull, director de la consultora FMyA, describió en diálogo con Clarín que la medida es «arriesgada» en un contexto global donde muchas monedas se están depreciando frente al dólar. «El riesgo de esta estrategia es qué pasa si no baja la inflación».
«Yo creo que la inflación va a ir bajando a niveles de 1,5% a mitad de año. No hay riesgo si todo sale de acuerdo al plan, con el Banco Central comprando reservas y la inflación bajando», explicó. Pero advirtió que «si se complica el mundo y no llueve, posiblemente haya sido una jugada arriesgada», le dijo Marull .
Spotorno, por su parte, subrayó en diálogo con La Nación que el gobierno debe reducir el ritmo de devaluación para evitar un impacto inflacionario adicional, aunque reconoció que esto podría llevar a una apreciación adicional del peso.
«A la larga se va a acomodar todo, pero puede ser que en el corto plazo la inflación de servicios todavía mantenga números relativamente altos, como 4%, y eso puede tirar la inflación general para arriba», dijo el economista exasesor de Javier Milei.
«De todos modos, el Gobierno tiene que hacer esto, porque si estamos con una inflación del 2,7%, con una devaluación del oficial del 2%, es probable que haya algún impacto de esa devaluación en la inflación», argumentó Spotorno.
Crédito completo:
Colegas de El Litoral.