Por Manuel Aguirre, Dip. Nac. y seg. Gral. del Bloque de diputados de la UCR
En medio de un panorama político incierto, es crucial analizar con detenimiento las decisiones y acciones del gobierno actual, que parecen conducir a un rumbo desalentador para el país. Si bien es cierto que el gobierno cuenta con la legitimidad para trazar los destinos de la República, resulta preocupante la falta de un plan claro de estabilización económica que permita el crecimiento y genere confianza en los inversores.
Uno de los grandes errores de este gobierno, entre tantos otros, radica en su tendencia a gobernar a través de decretos de necesidad y urgencia. Es importante comprender que este tipo de medidas no brindan la seguridad jurídica necesaria para fomentar las inversiones y establecer un país confiable. Los inversores no solo evalúan las oportunidades económicas que ofrece nuestra geografía y recursos naturales, también observan nuestras actitudes y comportamientos como sociedad. Por lo tanto, es fundamental mostrar estabilidad emocional tanto interna como externamente.
Permanecer en una constante grieta y atacar a aquellos que piensan diferente no es beneficioso para el país. Si bien puede ser favorable para un populismo que busca mantener a su electorado agitado y en conflicto constante para ganar elecciones, no construir oportunidades económicas ni favorecer el desarrollo de la nación. Argentina ha experimentado años de polarización y desinformación, impulsados en su momento por el oficialismo de entonces, y los resultados han sido una pobreza insostenible y un aumento en la brecha entre los que tienen y los que carecen de lo básico.
Es preocupante escuchar palabras fuertes y desafortunadas provenientes de la máxima autoridad de la República, como la declaración de que el representante de la Iglesia Católica es también el representante del maligno en la tierra. Estas conductas inapropiadas generan una impresión negativa de nuestro país y despiertan la desconfianza en las potencias extranjeras. Tales actitudes no contribuyen a la construcción de una imagen sólida y confiable para atraer inversiones.
Si bien estas observaciones buscan encontrar una salida para que Argentina despegue y logre un crecimiento y desarrollo sostenibles, es crucial destacar que todo depende del proyecto político que el presidente tenga para el país. Estaba convencido de que, después del gobierno de Cristina Fernández, Argentina no tendría posibilidades si no dejaba atrás la grieta y la desinformación generalizada. Su gobierno populista de izquierda exacerbó las divisiones en todos los aspectos, creando realidades basadas en enunciados nobles como los Derechos Humanos.
Hoy, nos preguntamos si el gobierno actual no está siguiendo el mismo camino. Parece haber una marcada tendencia al populismo extremo, centrada más en construir enemigos y difundir información sesgada o tendenciosa para generar opinión en las redes sociales, en lugar de concentración en la construcción de un plan de estabilización, crecimiento y desarrollo sólido. Lo que necesitamos es un gobierno que establezca un rumbo claro, respete las instituciones y se enfoque en implementar reformas duraderas en beneficio de todos los argentinos.
El futuro de Argentina está en juego, y es responsabilidad del Gobierno Nacional actual tomar decisiones que impulsen el progreso y el bienestar de la nación. Es hora de abandonar las estrategias populistas y trabajar en conjunto por un país próspero y confiable.
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