En un año en el que la presencia del fenómeno del Niño todavía no se manifiesta, y luego de una de las peores sequías de los últimos cien años, estamos cerrando el área sembrada de trigo por debajo de las previsiones iniciales de 6 millones de hectáreas.
La reducción de los rendimientos por erosión es una realidad que se repite en muchas zonas productivas a nivel global, y plantea la necesidad de avanzar tanto en el relevamiento de las pérdidas de suelo como en la implementación de tecnologías que permitan la disminución de este proceso de degradación irreversible.
El futuro es brillante para este sector, pero hacer realidad ese futuro comienza por ir más allá de la exageración, hacia una discusión honesta sobre lo que funciona y lo que no funciona en este negocio.