Desde distintos sectores acercaron sus hipótesis, algunas vinculadas a cuestiones macroeconómicas y otras con aspectos cambiarios. Mas allá de la óptica ideológica de cada sector, creemos necesario analizar la idea de “desenganchar” los precios internos de los precios internacionales de productos como el trigo, la leche o la carne, y de esta manera conseguir bajar sus precios en nuestra canasta familiar.
Buscando información para analizar la incidencia de los precios internacionales en los alimentos en el mercado interno, nos encontramos con un informe de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) elaborado en base a datos oficiales sobre la composición de los precios del Pan, la leche y la carne a fines del año pasado.
De acuerdo a este informe, la composición del precio final de esos productos sería:
- LECHE: la materia prima en el tambo representa el 30% del precio final del sachet de leche; mientras que la industria lechera el 39,3%; la comercialización el 18,6% y los impuestos el 11,6%.
- CARNE: la cría explica el 29,1%; el feedlot; el 22,6%; el frigorífico el 4,9%; la carnicería el 14,3%; y los impuestos el 29,9% del valor final del kilo de carne.
- PAN: el precio del trigo constituye el 12,3%; el molino el 5,9%; la panadería el 56,9%; y los impuestos el 24,9% del precio promedio del kilo de pan en las panaderías.
Solo en el caso de la leche el precio de la materia prima supera el costo impositivo de ese litro/kilo de producto. En el caso de la carne, tiene casi tanta incidencia la materia prima, como los impuestos. Y en el caso del pan, la carga impositiva tiene el doble de incidencia sobre el precio del pan, que el trigo que le da origen.
A esta altura, es bueno tener en cuenta que, tanto para la elaboración del trigo, la leche y la carne, los productores se encuentran expuestos a innumerables riesgos ajenos e inesperados como pueden ser: las fuertes lluvias, las sequias e inundaciones, que influyen de manera directa en su volumen comercial; contratiempo que no corre ningún otro eslabón de la cadena, incluyendo el cobro de impuestos.
Es bueno recordar que cada una de las etapas genera trabajo genuino que va desde el peón rural, el empleado molinero, el panadero hasta el trabajador de la industria frigorífica o lechera, siendo todos estos a su vez multiplicadores de otras actividades.
En este punto es necesario volver al principio de esta nota, y preguntarnos: ¿desacoplar los precios internos de los precios internacionales de estas materias primas (trigo, carne y leche) puede resultar una herramienta tan efectiva para bajar los precios de los alimentos?
Del análisis se desprende que tiene una mayor incidencia la carga impositiva sobre los precios de los alimentos que las materias primas. Además, la experiencia nos ha demostrado con creces que intervenir en ese sentido, genera por ejemplo que productores que antes cosechaban trigo cambien hacia otros cultivos más rentables, generando por un lado escasez del producto intervenido y por otro lado una tendencia al monocultivo, como fue el caso de la soja.
Esta confusión sobre la formación de los precios, y el consecuente debate sobre los precios internos e internacionales de los productos que nuestro país exporta, solo nos saca del eje de lo verdaderamente importante: ¡nuestro país esta SUBUTILIZADO! estamos produciendo menos de la mitad de lo somos capaces de producir. Mientras los países de la región han aumentado notable y sostenidamente su producción, nuestros niveles de producción, en el mejor de los casos, se han mantenido al mismo nivel durante los últimos 20 o 30 años.
Desde el Movimiento Productivo Argentino, hemos trabajado distintas medidas coyunturales que pueden ayudar en lo inmediato a bajar los precios de los alimentos, particularmente aquellos que forman parte de la canasta básica familiar. Pero creemos que es necesario comenzar a encarar las reformas que en el mediano plazo pueden resolver la cuestión de fondo: como producir más y generar empleo digno.
Para ello, creemos importante avanzar en tres cuestiones básicas:
- una reforma impositiva integral: tenemos que reducir la carga impositiva, especialmente los impuestos regresivos que distorsionan los costos e impactan mas en los sectores que destinan sus ingresos mayoritariamente al consumo. Tenemos que simplificar y transparentar nuestro sistema impositivo.
- Modificar el funcionamiento de nuestro sistema financiero, orientar el crédito a los sectores productivos, particularmente a las pequeñas y medianas empresas. Tenemos que lograr que el sistema financiero sea el motor de la inversión productiva, generando tasas especiales y plazos acordes a las inversiones, al mismo tiempo que facilitamos el acceso al crédito de Pymes y emprendedores.
- Finalmente, es también de suma importancia crear la infraestructura necesaria para que producir a mas de 500km del puerto resulte rentable. Mejorar caminos, reactivar y crear nuevas líneas férreas, desarrollar el transporte fluvial, entre otras obras de infraestructura necesaria.
Si logramos al menos en parte estos tres objetivos, todo el aparato productivo del país cobrará un nuevo vigor, que permitirá no solo multiplicar nuestra producción de alimentos, sino de todas las producciones regionales, tanto primarias como industriales y se creará empleo en todas las regiones productivas del país.
Para que nuestro país sea verdaderamente grande, hay que producir más, hay que exportar más y mejores productos, con mayor valor agregado. En definitiva, tenemos dejar de pensar en restricciones y ponernos a trabajar de inmediato en desarrollar un modelo productivo de país.
En este link, pueden acceder al informe pormenorizado de FADA. https://bit.ly/34W0kIU