Parte del Capítulo I Los Mal Amados, Página 9. (…) Las necesidades eran una cosa, las pasiones, otras. Sus trabajos promediaban lo mejor. Eran comentados en esos mundos estrechos. Sabía que lo consideraban infalible, pero no se engañaba. Que él mismo se lo creyera era lo peor que podía ocurrirle. Podría caer en el descuido. […]