Valle de Joaquín, era una Ciudad Bohemia, y era parte del imperio de los Habsburgo, su moneda era el Thaler, acuñada en plata de una mina de ese pueblerio. La pronunciación Thaler, no tardó en convertirse en Tólar, no bien cruzó las fronteras. El Duro o Tólar Español, llegó a valer ocho Reales, y se extendió durante el Siglo XVIII, mientras los españoles colonizaban el Nuevo Mundo. Así, el Tólar y el Tálero de María Teresa de Austria, pasaron a ser la moneda legal de la recién pisada tierra que sería Estado Unidos, y allá por 1785 se convirtió en la moneda oficial de ese país. El resto, lo hizo su política expansionista, potenciándose luego de la Guerra de Independencia contra Gran Bretaña.
Volvamos a nuestras tierras, esas que se colonizaban allá por el siglo XVIII, cuando nosotros no existíamos, pero el Tólar, sí.
Este curioso papel moneda, confeccionado en lino y cáñamo, cuya producción primaria procede más de Méjico que de Estados Unidos, ha obtenido un valor universal, no por lo que es en sí, sino por el objeto de cambio que puede comprar, ya que el valor está en el bien, no en la moneda o en el papel moneda. Y EEUU y no el dólar, han conseguido que esa moneda sea la más universalizada.
Detengámonos algún momento en nuestro caso y en estos días, donde el paper verde acapara pantallas y preocupaciones, a mi juicio infundadas. Una profecía auto cumplida es aquella que pergeña una, o más mentes, con un propósito específico, si a esto sumamos errores administrativos groseros por parte de quienes deben decidir en la más alta estructura, el temor hace el resto para desatar cualquier crisis. Si te dicen que faltará azúcar, te vas a apurar a comprar, y rápidamente va a escasear. Esto, es igual.
La crisis internacional existe. Argentina está bien parada, pero descuidando las necesarias anticipaciones. En mi caso, importa poco como se viste Boudou, si toca la guitarra o canta peor, o que moto usa. Me importa qué habrá de gestionar como Vicepresidente desde el Senado, y lo que decidirá en tanto continúe un tiempo más como Ministro de Economía. Digo, voy al fondo, no a la apariencia en la que muchos se detienen. Y precisamente por esto, decido para mí que como ministro ha ordenado medidas conocidas, elementales, y primarias, donde el control del dólar se ajusta más a aquellos que no son los responsables de sacar 2.000 millones del país por mes, sino a quienes compran la profecía auto cumplida, es decir, compran temor. Más que nada asalariados, o cierta clase media, que por otra parte han sido quienes reconfirmaron en porcentajes muy altos a este Gobierno días atrás. Hay, además una clase media alta, que también ha votado a Cristina Fernández, y que sin embargo, saca su plata de este país. Lo mismo que grandes sectores del campo, que ya no parecen ser los enemigos de la 125, debido a que los ha seducido, o vencido o comprado la Diosa Soja.
Esta diminuta legalización en una parva de medidas conocidas, está bien, pero no cambia demasiado las cosas, las reservas se achican para contener lo que no quiere explicarse con claridad, y el BCRA está obligado a descapitalizarse cada día.
Avancemos hacia otro razonamiento; En lo económico, la situación es conocida, en lo político, es Inédita.
Los ahorristas o compradores de verdes que la Afip está limitando con recetas célebres, aquellas mismas que recordamos de otras épocas, solo apuntan como mucho al 5% del volumen total de los dólares que viajan a otras latitudes. Mal de muchos, consuelo de tontos.
No observo una crisis ahora por este dólar, aunque en lugar de 4 debiera estar a 6 mangos, razones para mitigar la verdad hubo y fueron políticamente bien utilizadas. Ocurre que lo que no se paga hoy, deberá sincerarse en algún momento más adelante. Hay, existen maneras graduales de ir emprolijando esto, pero no se ven.
Me detengo en cambio en lo que aparentemente está sucediendo, una situación temporal, aunque esta misma situación sí nos está alertando de posibles crisis reales, ya que lo que no cambia es la actitud humana ante la realidad de cada bolsillo. Sin embargo, mi temor verdadero, y no el de estos días, apunta a un año y medio o dos años más adelante, cuando lo que se está repartiendo sin el control debido no alcance para tanto, pese al esfuerzo en la producción, ya que muchos sectores viven bien, sin producir, incluido el Gobierno quien gasta más delo que genera, y niega una inflación irrebatible.
Si es verdad que el ministro Boudou, ha advertido a la Presidenta acerca de este tema, según más de una especie firme, la Presidenta, en quien millones de votos han depositado su confianza, sabrá como remediarlo. Queda claro que las crisis en cualquier democracia, conforman su estructura ósea, es decir, son su sostén obligado, pero también tienen un límite, y que existe una inversión social que pocos gobiernos han logrado, más allá de desprolijidades y un gasto que en más de un caso no llega a destinatarios reales, sin abundar aquí en desarrollar la irracionalidad de un futbol tan caro a todos, aunque se invierta más hoy en educación y siga sin alcanzar el dinero para los jubilados. El tema pasa por lo que no se hace, un control discrecional y direccionado a prioridades irrenunciables. Y este es el momento de hacerlo.
Un dato nada menor, el consumidor que alimentó un porcentaje tan alto en estas urnas, es además en gran número quien corre al mercado minorista en busca de los históricos Tólares, y lo que es peor, sin tener claro los motivos. Es el punto donde podemos argumentar que el consumo se vuelve tan des-institucional como riesgoso, aun siendo necesario, y la respuesta deberían tenerlas quienes mandan, independientemente de las medidas primarias tomadas, que en definitiva resultan aparatosas para los Medios e irrelevantes para la Economía. Hay 7.000 millones de subsidio a empresas, muchas de ellas no lo necesitarían, esto completa el círculo, máxime aun si consideramos que el pobre, en esta Argentina emergente, paga más impuestos proporcionalmente hablando, que cada rico.
Es hasta probable, que toda razón de bienestar económica aparente, supere la pretensión seria del país que antes deberíamos pensar, lo que equivale a decir que éste presente, así como está, elimina posibilidades concretas de mejores futuros, porque masivamente hay un convencimiento, legitimo además, de que estamos mejor que en los 90, cuando se aniquilaba cada fabrica.
Hoy, el pasatismo político, se devora la política pensante, ya que esta última no llega a definir ni a acertar sobre que plataforma está detenida como tal. El pasatismo le elimina capacidad creativa. De alguna manera la gente, en su mayoría ha decidido una vida diferente y más empírica, pero que no parte de lo político ni tiene su fundamentación allí, sino en el pasatismo económico. Y esto nos coloca ante dos situaciones; ¿Debe existir una nueva manera de gobernar y es ésta? ¿O es necesario reencausarnos hacia aquellos valores de vieja usanza republicana perdidos, que como obligación mínima deben detener el dirigismo de cualquier extremo?
Puede que la Humanidad agote viejos modelos dentro de nuevos modelos aparentes, y no salgamos de la circularidad sistémica. Lo que durante un lapso de tiempo trae furor para muchos en cierta etapa de bienestar, termina en pérdidas totales, momento en que las minorías poderosas vuelven a acumular y recuperar un dinero que dejaron escapar por diferentes circunstancias, con el único objeto de que el mundo finalmente no cambie; es lo que parece repetirse una y otra vez, y da sustento a la existencia de wall street y sus sucursales, y el carácter anti productivo que desde allí nace para inundar al planeta.
No descubro nuevos modelos, sino nuevas formas de gobernar, en ciclos conocidos que se repiten. Euforias encerradas. Ese es mi temor, no el dólar. Y la lógica impone, que esto no depende solo de un ejecutivo, sino del conjunto que da forma a un gobierno, incluido cada sector, en cada país.
Si la Economía se ha impuesto sobre la Política a contramano de toda biblioteca, el dólar, puede llevarse parte del mercado reconstruido del que viven incluso los que desconocen que comen gracias a él, al mercado digo. Debe ser difícil retornar a algún lugar de los 90, o al 2002, con tantas obligaciones sociales por cumplir. Un día de estos, y de golpe, nos levantaremos todos más serenos y aplomados, o mas empobrecidos.
Indudablemente, hay cuatro años, aunque con dos bastarán, para tener las primeras respuestas. Son los días de iniciar una política económica gradual y convocativa, hacia un cambio verdadero. Somos tiempo.
YAYO HOURMILOUGUE
LA 5 PATA.