Lo que más me asusta es el revuelo que estoy escuchando, leyendo o viendo, en el mundo de los Periodistas.
En esta vorágine que presenciamos a diario, Wikileaks no puede demostrarnos nada nuevo acerca de lo que cualquier ser humano consciente imaginaba respecto de las potencias mundiales o de los gobiernos emergentes. Está en la inteligencia humana saber lo que el Poder es capaz de hacer para ejecutar diferentes fines. Nadie lo desconoce. Más aun, para pánico bastaría la Argentina de los últimos 20 o 30 años solamente. Y ni hablar de los 70.
Pese al esfuerzo de Wikileaks y de tantos medios, nada va a cambiar, salvo odios o disculpas públicas. Lo notable es el valor de su creador Julián Assange todavía oculto para intentar una veta periodística que acumula miles de página confidenciales con la financiación de unos 11 mil asociados que esconden su identidad para preservar sus vidas.
Para otros temas está la Justicia, siempre en mora, a veces impotente. Como aporte periodístico puede ser interesante, pero wiki-fuga, está alejado de cualquier posibilidad de modificar lo que muchos pretenderían. Digo, de un mínimo cambio universal básico.
La finalidad del periodismo es procurar los cambios en el mediano y largo plazo, el re-acomodamiento de lo que se sale de cause, no la espectacularidad, para eso están los programitas de televisión desde la tarde a la nochecita en cualquier parte del planeta.
Permítaseme el escepticismo global, o la peor parte de mi. Las miserias de cada país siguen siendo las mismas. Más aun, este beneficio mediático ayuda a tironear plazos ante la necesidad de cambios implacables que ahora deberán esperar su turno en cada país mencionado. Tal vez, tanta información fallezca en pocos días.
Nada existe que las Diplomacias del mundo no puedan reparar entre sí, basta un caviar beluga coronado con un café Kopi Luwak para algunos metodistas hábiles. Nada existe salvo la pobreza ajena, claro, el hambre ajeno, la desigualdad que es de todos o las guerras, cuando son un buen negocio.
Somos la Quinta Pata.
YAYO HOURMILOUGUE.