Violencia.

Uno pretende la paz. Se larga a la búsqueda de situaciones en las que aunque existan diferencias se confíe inicialmente en un acuerdo de partes. No siempre el deseo se cumple. Pocas cosas son tan difíciles como entenderse entre las personas. La cultura hace el resto; género, formación familiar, la escolaridad, el medio en el cual crecemos, los valores en los que creemos, la religión, la formación política, hasta un equipo de futbol, nuestras sumas de propósitos y logros, o nuestras frustraciones, los intereses que nos empujan, y las ausencias que vamos apilando. Todos tenemos una zona blanca, todos escondemos una zona negra, de lo que se trata es de ser consciente, cual de ella utilizamos en nuestros peores momentos. Pero lo que domina a los líderes que conducen en diferentes partes del mundo, debe tener una base sólida. Allí radica el principio social de replantearse por qué algunos ocupan un lugar que la sociedad les ha permitido.Ayer las crónicas recogieron lo que publicó la agencia Europa Press, a partir de las palabras del rabino Ovadia Yosef, refiriéndose a Abú Mazen, cuyo nombre en verdad es Mahmud Abbas.  Yosef dijo “Abú Mazen y todas esas personas malignas deberían desaparecer de la Tierra», el rabino lo expresó en su sermón, agregando que «Dios debería atacarles -como malvados que odian a Israel- con la plaga». Ovadia tiene casi 90 años, y sus palabras salieron de Radio Israelí. En un momento en que se continúa en la búsqueda de una solución al conflicto de medio oriente. Donde se pide por un alto al fuego. Ghassan Jatib, vocero palestino, ha dicho que esta “incitación al odio racial”, debe quedar clara y lo ha pedido expresamente al ministro del Interior Israelí. Un hombre puede impedir la paz o desatar una guerra, la síntesis es breve, para muchos la guerra sigue siendo un gran negocio, sobre todo cuando quienes viven allí están acostumbrados a morir por poca cosa, a pasar hambre, a imponer la religión antes que la verdad cotidiana.Lejos de medio oriente, los argentinos tenemos una paz que supimos ganarnos. Por eso es incomprensible en el día a día, ese ida y vuelta violento de palabras hirientes y destructivas en cada uno de aquellos que deben representarnos, y mucho antes, escucharnos. Y no solo hablo de Gobierno y Oposición. Hablo del que conduce un auto, del que cruza la calle, del que te atiende en un negocio, de abogados y jueces, de periodistas. Hablo de nosotros. Estamos creando una violencia que no nos resulta propia, pero que en definitiva sí es nuestra, estamos sacando lo más oscuro, olvidando nuestras partes blancas. Hemos olvidado al oponente, al adversario para tratarnos todos de enemigos. Nos estamos derrumbando, mal heridos, tambaleando, después de tirotearnos con las palabras. Las palabras explotan, sacan odio, sacan ira, dejan al descubierto lo más ruin en cada caso. Se disfrazan de verdad o mentira. Y a veces, solo a veces, sino nos nos detenemos, pueden sacar sangre.

Somos La 5° Pata. 

YAYO HOURMILOUGUE

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Autor entrada: Editor

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