Como una copa roja de frutos.
Desnuda, color natural.
Como el césped que pisás
y siempre brota verde de vida.
Ojos azul cielo a veces,
o verdosos, como mar atlántico
cortado.
Tu mirada, mirada dulce.
Mirada animal. Volátil y gentil.
Mirada que dura en mi mirada.
Como aquel mes cercano al faro.
Como aquel mes.
Dorada arena que silbaba.
Ojos de Abril.
No sé qué tiempo ha pasado.
O si el tiempo importa,
si es tiempo temporal o tiempo
vago.
El movimiento me ha creado
otros gestos.
Tengo un surco cuando acepto.
Otro surco se niega, pero aparece,
cuando aun evitándolo,
no evito estar molesto.
Guardo algunas chucherías.
Lo que nos unió o desunió
en ciertos inviernos. Pero es cuento.
De nada valen, sino me recuerdan
el aroma de tu piel, el roce de los
cuerpos.
Tengo una imagen. El ventanal,
el mar, aquel departamento.
Esa risa contagiosa. Dientes blancos
pies desnudos, la temperatura
del abrazo.
El olor de algún tapizado de cuero.
El cigarrillo que se consume,
Y ese gusto a sal en el viento.
Tu ropa cayendo. Un silencio
apagado que los minutos determinan.
El gusto joven del beso,
que cambia el sabor con años,
pero los años nada pueden
revertir, se vencen,
con el pudor simple de cada intento.
Nace el beso a cada beso.
Vivir amando, para no morir des besado.
La caminata de dedos que se
entrecruzan, firmes, buscando.
Tantas mujeres para encontrarte.
No fue vano multiplicarlas,
para hallarte.
Nunca pude sintetizarlas en vos.
Porque vos sintetizas amores viejos
y nuevos. Muertos o perdidos.
Renacidos para siempre.