-3500 VECES – Por los confines de aquí nomas.-

Es pura pureza
tu expresión a veces.
Como el otoño muriendo,
cuando la primavera
acecha.
Cuando las primeras resolanas,
empujan la humedad
de las veredas quietas.
Atraigo el amor, lo llamo.
Como esa joven bella,
que hace muchos años
bese.
Venía, rememoro o recuerdo,
no se la diferencia,
llegando de otras mujeres,
que multiplicaron tu nombre.
Desperté enredado en tu
cuerpo.
Así, como artesano,
completé la idea de la forma,
para no alejarme mas.
Barro. Puro barro tus manos
y mis manos.
Ya sabía que el amor
no se explica. Lo supe
antes, lo supe entonces.
Lo aprendí después.
Te comparo con esas
enredaderas de patios viejos.
Mil veces aprendí tu nombre.
Con un cielorraso de estrellas,
te comparo.
Con manzanas rojas, de rojo
aroma.
Con puertas y ventanas altas.
Con libros.
Con helechos.
Con rotas normas. Con
hamacas.
Tu mirada que todo dice,
hasta cuando pretende no
decir nada.
Te asocio con aquellos
y estos espejos, que conmigo
cambian sus brillo.
Con agua.
Con fuego.
Con un niño.
Con preguntas. Con acertijos.
Cuando me abrazas por
espalda y pecho, trueno.
Y es infierno y paraíso.
Todo y nada. Mucho,
mucho después ,duermo,
así, así tranquilo el sueño,
cuando sueño.
No sé que presiento cuando
presiento.
Pero sé de la repetición que
no cesa
ni cansa, cansada,
la repetición buscando cuerpos.
No se si me extrañas.
No se si extraño.
No se si debemos.
Amo del rostro, tus primeros
trazos, tus ligeros gestos.
El despedirnos. El tenernos,
y el no tenernos.
Tu pasado. Lo que no hablas,
esa enfermedad que es sosiego.
Será que vengo de lejos.
Como el mar, remolino de algas,
no sé de dónde provengo.
Pero llego levantando espuma,
amontonando leños, cuando
llego.
Buscando playa.
O como el viento, paso
sacudiendo macizos techos.
Abriendo maizales, levantando
ecos.
O será que te confundo
con música plena, o con silencio,
con ausencias.
Con gemidos dulces o violentos,
cuando amas.
Como altos halcones.
Como la distancia que en horas
se recorre,
tardé veinte años, en descubrirte.
Como lo que se funde en fragua,
a golpes, a destajo, a deshoras.
Rincones sagrados,
que despiertan, se palpan,
se rinden, te abarcan.
En la humedad
sin remedio, del sudor más tierno.
Como apurando el segundero,
como quien no se rinde,
como quien se expone, o quien
batalla. Te quiero.
Quien trabaja el amor cuando
lo trabaja.
O quien domina el tiempo.
Tres mil quinientas veces diferentes
y dos cuerpos que cambian.
Así solo me venzo, para continuar
con vos,
quien vive, fracasa, se hiere, mata,
se subleva. Estalla.
Como aguas verdes amorronadas,
que siempre cambian de color y de
playas.
Así como tus ojos. Como el tiro de gracia,
cuando vertical gritas; Dispara!
¡Dispara!

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Autor entrada: Carla

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